Estamos ante un cambio profundo de lo que debe ser un centro sanitario, tanto en su arquitectura como en su diseño interior, espacios y flujos de trabajo. Un centro con un diseño paramétrico, que debe responder, tanto a los cambios en el desarrollo de la asistencia sanitaria, como a los nuevos procesos de atención y configuración de equipos y flujos de trabajo.

Ya no podemos, ni debemos pensar en los hospitales como “residencias sanitarias” como en el pasado. Los hospitales deberán ser centros de alta resolución, eficientes y eficaces, centros de control para la asistencia domiciliaria de sus pacientes; centros especializados en ciertas patologías, centros capaces de trabajar en red con otros hospitales y con los centros de salud de la atención primaria. Deben ser centros suceptibles de poder evolucionar conforme a las necesidades de salud de la población, con capacidad de adaptación a los nuevos retos sanitarios y a los avances en el tratamiento de los enfermos y el cuidado de su salud.

Necesitamos tambien centros salud de la Atención Primaria de alta tecnología y alta capacidad de resolución diagnóstica y eso debe obtenerse mediante una decidida y completa integración de comunicaciones, procesos y funciones con los hospitales. Sin barreras. Los hospitales deben complementarse con los centros de salud y viceversa. Los nuevos hospitales deben ir acompañados de los nuevos centros de salud.

El nuevo hospital debe ser accesible e inclusivo, construido con materiales saludables, autosuficiente, capaz de reducir las demandas energéticas utilizando energías renovables

Estamos pasando de una organización en función de las especialidades médicas tradicionales a una organización trasversal, de trabajo en equipo, y donde los tradicionales servicios llamados centrales, de análisis clínicos, anatomia patológica, radiología y medicina nuclear, quedan rebasados por una nueva forma de ejercer la medicina, de base molecular, basada en la genómica, la proteómica y la metabolómica, con diagnósticos muy precisos y con tratamientos terapéuticos personalizados y, en gran parte, autológos. Nos encontramos con avances muy importantes que van creciendo de manera casi exponencial y en el que los descubrimientos en el tratamiento de una enfermedad, son facilmente utilizables para el tratamiento de otras muchas enfermedades.

No se trata de discutir sobre las ventajas de la horizontalidad o verticalidad de las edificaciones, sino de cómo responder a las necesidades asistenciales y clínicas, a las necesidades de formación y educación de los profesionales, a las necesidades de la investigación y a las necesidades sociales de los pacientes. Los centros que deben estar orientados al ejercicio de esa nueva medicina basada en un diagnóstico y tratamiento individualizado en el que la atención a los pacientes es más trasversal y la colaboración entre los diferentes especialistas es fundamental.

Con motivo del estrés sanitario provocado por la pandemia, se ha evidenciado la necesidad y las ventajas del trabajo en equipo, derribando los silos y la pobre de comunicación entre especialidades y servicios. Pero, además, tras la experiencia surgida durante esta pandemia del coronavirus, se evidencia la necesidad de diferenciar circuitos y zonas. La necesidad de transformar espacios en función de las necesidades.

Las nuevas tecnologías han de estar plenamente presentes en los hospitales. Tecnologías como el desarrollo de sensores, el Internet de las Cosas, las redes wifi y la robotización de muchas de las actividades, no solo médicas o quirúrgicas, sino logísticas y de mantenimiento; tecnologías que nos permiten una mayor seguridad de la atención médica y enfermera y un control más eficiente y eficaz de los procesos y de la atención a los enfermos.

El nuevo hospital debe ser accesible e inclusivo, construido con materiales saludables, autosuficiente, capaz de reducir las demandas energéticas utilizando energías renovables. Un hospital inteligente en el que los sistemas informáticos asistenciales y de gestión estén integrados aprovechando las nuevas posibilidades del tratamiento big data y de la aplicación de la Inteligencia Artificial. Un hospital pensado para la robotización de actividades procesos y tareas dando soporte al desarrollo de la actividad médica y asistencial; un entorno funcional pero sin perder las exigencias estéticas que creen un entorno agradable, humano, confortable y seguro.

Todo esto nos obliga a repensar y a plantear una nueva visión sobre la infraestructura, la tecnología y el equipamiento de los hospitales y centros sanitarios de manera que sean lo más saludables, seguros, eficientes e inteligentes posible.

Para ello es necesario contar con todos los agentes implicados, gerentes y directores de gestión de hospitales, arquitectos e ingenieros, los cargos públicos responsables de las infraestructuras, del equipamiento tecnológico y de los sistemas de información de diferentes comunidades autónomas: pero también a los médicos, enfermeras y pacientes que, al fin y al cabo van a ser los usuarios finales de las infraestructuras, tecnologías y sistemas de información de los hospitales y los centros de salud.

Como resultado de mis interacciones con todos ellos, voy a intentar resumir en un decálogo, las caracteríticas que, a mi parecer, deberían cumplir los nuevos hospitales y centros sanitarios:

  1. Construidos con materiales saludables. Con el mínimo impacto ambiental y energéticamente eficientes.
  2. Autosuficientes y seguros.
  3. Estéticos, humanizados y confortables.
  4. Con capacidad de adaptación y evolución a las circunstancias sanitarias de la población y los avances terapéuticos.
  5. Orientados a flujos y procesos de trabajo en equipo.
  6. Definidos con centros de alta resolución e integrados con los centros de salud de su área sanitaria.
  7. Con recursos tecnológicos y organizativos para la asistencia y cuidados domiciliarios.
  8. Con algunas especializaciones punteras y de referencia.
  9. Preparados para trabajar en red con el resto de hospitales.
  10. Integramente digitalizados, domotizados y, en lo posible, robotizados, tanto en la actividad médica y de enfermería y los aspectos clínicos, como operacionales, logísticos, económicos y administrativos. Hospitales inteligentes

Hemos pasado de las “Ciudades Sanitarias” y Residencias de la Seguridad Social, pasando por la moda de grandes hospitales como el de Son LLatzer en Baleares, La Fe en Valencia, el Central de Asturias, el de Salamanca o el que lleva años aun sin inaugurar, de Toledo, a cuestionarnos sobre si no es mejor contar con hospitales de tamaño medio, con los atributos de este decálogo. Algo en lo que no hace mucho parecía que estábamos todos de acuerdo. Pero no. Parece que la grandiosidad y el gigantismo sigue siendo un atributo valorado por la ciudadania y, por tanto, por los políticos. Busquemos un equilibrio, por favor.