“If the major determinants of health are social, so must be the remedies”

Sir. Michael Gideon Marmot

Sin ninguna duda son tiempos convulsos los que nos toca vivir, en mi anterior artículo trataba de avanzar sobre la sociedad líquida de Bauman y sus infinitas repercusiones sociales y por ende en la gestión sanitaria. Pero quizás ya se ha quedado obsoleta esa visión líquida por inestable y superficial, tal vez nuestro entorno ha pasado de un mundo VUCA a un mundo BANI, como afirma el investigador Stephan Grabmeier. El mundo VUCA (volatile, uncertain, complex and ambiguous) deja paso a nuestra nueva realidad, que es sin ninguna duda mucho más BANI (brittle, anxious, non-lineal and incomprehensible).

Frágil (brittle), en cuanto que incluso lo más sólido e irrompible que pudiéramos suponer, tiene un punto de ruptura. Un sistema frágil, como pudiera ser el sanitario, puede funcionar bien en la superficie mientras está a punto de colapsar para siempre en la realidad. En este contexto la consecuencia obvia es que nos lleva a la ansiedad (anxious) donde cualquier opción disponible puede resultar totalmente incorrecta, la ansiedad nos incapacita para la toma de decisiones. La lógica básica de causa-efecto no es aplicable en la actualidad, no podemos evaluar de antemano la consecuencia de los actos, estamos ante una estructura no lineal (non-lineal) de la lógica del comportamiento; las consecuencias de un acto pueden tardar muchísimo tiempo en verse. El ejemplo más claro es el del cambio climático que estamos padeciendo por decisiones tomadas en los años 80 del pasado siglo. Por último, pero no por ello menos trascendente, la incomprensibilidad de las realidades; el acceso a más información y datos no supone la capacidad de encontrar una respuesta. Son tan innumerables los inputs que determinan la evolución de los acontecimientos que la capacidad de comprensión y análisis se ve muy limitada, al menos para un ciudadano estándar.

Los recientes acontecimientos en el conflicto abierto entre Ucrania y Rusia, y su repercusión directa en el coste energético, en el PIB y en un incremento del IPC que no se veía en los últimos 36 años; no hacen más que ahondar en la imperiosa necesidad de utilizar herramientas de gestión sanitaria enfocadas sin ningún género de dudas al origen de los problemas de salud, a la prevención y la erradicación o en su defecto, minimización, del problema en su origen; así como a la gestión predictiva. Mientras dediquemos nuestros esfuerzos e ingentes recursos a una intervención correctiva no haremos otra cosa que llevar todo el sistema sanitario al colapso absoluto.

La Planetary Health es sin duda la base sobre la que deberíamos pensar la salud en el siglo XXI. Inicialmente, era común pensar en la salud desde la perspectiva del individuo y por consiguiente como la mera ausencia de enfermedad. Dando un paso importantísimo se avanzó hasta el concepto de Salud Pública incorporando la interrelación entre las personas, así como las exposiciones de las mismas a los contaminantes ambientales y los riesgos laborales como una característica de cómo organizamos y regulamos la sociedad. Con la Salud Pública, el bienestar se convirtió en una empresa colectiva. La Salud Pública evolucionó al tomar en cuenta que los factores socioeconómicos son determinantes centrales de los resultados de salud y que la riqueza y la salud están conectadas, por consiguiente, la salud difiere entre los pueblos, así nace la Global Health. Con la incorporación al concepto de salud de diferentes entornos biológicos y ecosistemas se alcanza el modelo One Health. Este se define como “los esfuerzos de colaboración de múltiples disciplinas (personal médico, veterinario, investigador, etc.) que trabajan local, nacional y globalmente para lograr una salud óptima para las personas, los animales y nuestro medio ambiente”.

«Debemos acercar cada vez más la asistencia sanitaria a las personas en su propio entorno»

La Planetary Health lleva esta deslocalización de la salud un paso más allá. Haciendo referencia a la Comisión Rockefeller-Lancet, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático reconoce que “la salud humana y la salud de nuestro planeta están intrínsecamente vinculadas, y que nuestra civilización depende de la salud humana, los ecosistemas naturales con buena salud y la sabia administración de los recursos naturales.” La Planetary Health va más allá pues, de interrumpir la propagación de patógenos de los animales a las personas y viceversa; va más allá de la búsqueda de la equidad en la atención médica; reconoce la salud del planeta como un sistema en su conjunto, dando un papel preponderante a los aspectos culturales, políticos y económicos1.

Debemos acercar cada vez más la asistencia sanitaria a las personas en su propio entorno, la tecnología lo facilita y un análisis costo eficiente tanto desde el punto de vista meramente económico como emocional lo ratifica. No podemos mejorar la experiencia de paciente de las personas con tan solo unos mínimos inputs en el proceso vital de las mismas. La integración del cuidado en muchos más momentos nos facilitará la conectividad necesaria para establecer lazos firmes con las personas e incidir así en las experiencias que se tienen.

El carácter sistémico de nuestra sociedad nos aboca irremediablemente a una prestación sanitaria sistémica, pero totalmente integrada en los entornos sociales, cotidianos. Los hospitales son indudablemente necesarios, su intervención en procesos “correctivos” es incuestionable. Debemos repensar su capacidad de respuesta a las necesidades de los ciudadanos en el actual contexto económico, social e incluso cultural; así como su adaptabilidad a las realidades asistenciales (me niego a calificarlas de “nuevas realidades” porque están presentes desde hace ya tiempo, aunque no queramos o podamos reconocerlas).

Sin ningún género de duda la experiencia de paciente, el despliegue radical de la Planetary Health y la realidad asistencial centrada en las personas, tendrá lugar fuera de los hospitales, en la capacidad del sistema por acercarse a una atención primaria y su visión holística de los ciudadanos. Pero no solo en esa primera línea asistencial, los profesionales de la salud deben ampliar sustancialmente su visión e incorporar la multidisciplinariedad, la business intelligence, y todas las herramientas que estén a su alcance para hacer de la intervención en salud un engranaje sistémico orientado a resultados.

Para medir estos resultados que jamás deben quedarse solo en resolución de procesos, o en un valor que se circunscriba exclusivamente a patología; debemos identificar los KPI2 que ciertamente nos den información real de nuestra intervención.

Los prestadores sanitarios endógenos, homogéneos y en muchas ocasiones orientados en un 98% a la resolución de problemas de salud ya existentes, necesitan levantar la mirada y acometer la planificación estratégica a medio y largo plazo integrando todos los elementos de la Planetary Health como herramientas de desarrollo de negocio. “Si haces siempre lo mismo, no esperes resultados diferentes”3.

Es pues la Planetary Health una visión ampliada y amplificada de la experiencia de paciente, donde la dimensión de la definición de salud de la O.M.S. desarrolla todo su alcance4. Poniendo sin ningún género de dudas el énfasis en la persona, por lo que no nos queda otra que discernir ampliamente sobre el concepto de persona; para que nuestra intervención sea sobre todas las dimensiones de ese ser digno en sí mismo, capaz de transformar el mundo y de alcanzar la verdad, poseedor de una libertad que le permite autodeterminarse y decidir en parte no solo su futuro sino su modo de ser; enraizado en el mundo de la afectividad5.

Bibliografía

  1. John Drake
  2. Indicadores clave de negocio
  3. Albert Einstein
  4. «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Organización Mundial de la Salud. (Octubre de 2006). Constitución de la Organización Mundial de la Salud. 45. Ginebra.
  5. Introducción al personalismo. J.M. Burgos