Y dio comienzo la tormenta perfecta cuando multitud de medios de comunicación generales no especializados se hacían eco de la nota de prensa del Ministerio de Sanidad sobre el inicio del trámite para regular el cannabis medicinal.

En este artículo no pongo en duda el procedimiento seguido ni la base científica que justifica dicho proyecto de Real Decreto, pero a ojos de diferentes perfiles de ciudadanos, según sea su interés, la conclusión rápida que puede extraer de los titulares es: el cannabis es medicinal; muy lejano del objeto de dicho proyecto que es: establecer las condiciones para la elaboración y dispensación de fórmulas magistrales a base de preparados estandarizados de cannabis.

He aquí la primera “borrasca”.

Con frecuencia, cuando hablamos de cannabis, lo hacemos como si se tratara de una única sustancia con un único componente y efecto único, pero es una droga que se extrae de la planta cannabis sativa, que contiene 400 componentes químicos, de los que se conocen al menos 60 cannabinoides, los cuales han sido poco estudiados, desconociendo los efectos de muchos de ellos, más allá del delta-9-tetrahidrocannabinol (THC) y el cannabidiol (CBD).

El THC es el cannabinoide por excelencia: el que tiene efectos psicoactivos, el que “coloca”, el más buscado por los usuarios. Asociado con otros efectos nocivos como la dependencia y más riesgo de aparición de problemas de salud mental o retraso en el aprendizaje en consumos a edades tempranas. Sus efectos agudos son: euforia, relajación, alteraciones en la percepción, sueño, hambre, etc.

El CBD es el que mayor interés aglutina actualmente en investigaciónes por sus propiedades terapéuticas (pueden verse sus derivados, sobre todo en cremas cosméticas). Muy importante subrayar que los productos con CBD que se venden de forma legal en España no contienen THC.

‘El uso de cannabis con fines medicinales no necesariamente implica que sea seguro o beneficioso para todas las personas. Es importante usarlo de manera responsable y bajo la supervisión de un profesional de la salud’

En cuanto al uso medicinal del cannabis, este se limita al uso de los principios activos purificados, no parten de la planta y para indicaciones muy concretar tras la autorización de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), estando sujeto a prescripción médica y para indicaciones concretas tras la autorización de la AEMPS (Sativex®, Epidiolex®, Marinol®, Syndros®, Cesamet® y Canemes®), siendo este mensaje muy importante a trasladar por el colectivo sanitario a la ciudadanía, para evitar que llegue un mensaje sesgado sobre los efectos de partes de la planta en el uso recreativo.

La segunda “borrasca” tiene ver con cómo se interpreta a nivel cerebral el término medicinal, el cual está intrínsecamente asociado con la salud y el bienestar, por lo que cuando se utiliza en relación con un producto, como el cannabis, puede llevar a que se perciba de manera positiva, incluso si el producto en sí mismo tiene efectos negativos para la salud, lo cual se puede deber a varios factores psicológicos y sociales:

Autoridad y legitimidad: las personas tienden a confiar en los productos que se promocionan como medicinales ya que se perciben como seguros y beneficiosos para la salud.

Efecto placebo: las personas pueden experimentar mejoras en su salud o bienestar solo debido a las creencias de que están consumiendo algo beneficioso para su cuerpo.

Cambio de percepción: donde las personas pueden enfocarse en sus supuestos beneficios para la salud y minimizar los posibles riesgo o efectos negativos.

Por lo que se podría inferir que el uso medicinal del cannabis puede afectar al consumo social de diversas formas, reduciendo la estigmatización asociada con su consumo y, por ende, a una normalización e incremento. Hay estudios en EEUU. centrados en el efecto de la legalización del cannabis medicinal que indican un aumento del mismo. Hasin señala con datos procedentes de encuestas realizadas en el mismo país de 1991 a 2013, en los estudios NLAES y NESARC, que se produjo un aumento de la prevalencia del consumo ilegal.

Y es que el consumo de cannabis de uso recreativo está cada vez más presente en nuestra sociedad; según la encuesta EDADES 2022, es la sustancia ilegal más consumida en España: el 40,9% de la población, entre 15 y 64 años, manifiesta haber probado el cannabis alguna vez en su vida y el 15% piensa que su consumo carece de consecuencias sobre la salud1. Y si a ello le aunamos que el 61,1% piensa que es fácil o muy fácil de adquirir en un plazo de 24 horas, daremos con la tercera “borrasca”, ya que la tendencia en España de cannabis para el autoconsumo no es un delito, siempre que las plantas no estén en un lugar visible al público y no se superen los 100 gramos, según fija el Tribunal Supremo.

Si a la accesibilidad del mismo, por ausencia de sanción de autocultivo privado para autoconsumo, le “aderezamos” que en muchos países y estados se permite la promoción de productos de cannabis medicinal en las redes sociales, como Facebook, Instagram y X (antiguo Twitter), bajo determinadas políticas, la tercera “borrasca, está servida”, lo que podría ayudar a la normalización del consumo de cannabis y a una mayor aceptación de la industria por parte de la sociedad. El estudio RAND, donde participaron 6.509 adolescentes entre el 2010 al 2017, de 200 escuelas de secundaria en el sur de California, informó que se produjo un aumento del 70% del número de adolescentes que informaron haber visto publicidad de cannabis medicinal en los últimos tres meses, siendo estos más propensos a la probabilidad de su consumo en los próximos 30 días. Asimismo, se asoció con tener puntos de vista más positivos sobre la droga, como acordar que esta relaja a una persona y ayuda a alejarse de los problemas; no siendo menos significativa la asociación entre publicidad y consecuencias como faltar a la escuela, tener problemas para concentrarse en tareas o hacer algo por lo que arrepentirse en el ámbito escolar y familiar. No hemos de obviar que, según indican datos del INE en 2020, el 95% de los jóvenes entre 16 y 24 años utilizaban las redes sociales de forma habitual, y que el 58% de ellos dedicaban más de 3 horas al día a estas plataformas.

El reconocimiento de estas y otras más “borrascas” hacen necesario la comprensión de los patrones del consumo de cannabis, las posibles consecuencias sociales y de salud, tras la aprobación de este Real Decreto, que, aunque no pueda existir a priori un vinculación directa, se hace necesario el seguimiento de tendencias para analizar y ampliar las fuentes de datos existentes para monitorear el consumo de cannabis con fines médicos y el impacto que pueda crear en nuevos consumos y resultados sociales.

Bibliografía

Solmi, M., De Toffol, M., Kim, J. Y., Choi, M. J., Stubbs, B., Thompson, T., … & Dragioti, E. (2023). Balancing risks and benefits of cannabis use: umbrella review of meta-analyses of randomised controlled trials and observational studies. bmj, 382