Los problemas de salud mental son habituales. Una de cada cuatro personas tiene, o tendrá, un problema de salud mental a lo largo de su vida según la Organización Mundial de la Salud. Estos problemas pueden aparecer en cualquier momento desde la infancia hasta la vejez.

Deberían seguramente ser de mayor interés general pues todo el mundo conoce a alguien en su entorno más próximo que ha experimentado alguno de estos problemas y todos estamos expuestos, como decíamos, a sufrirlos a lo largo de nuestra vida.

Pero muchas personas con un trastorno mental han sido víctimas del estigma y discriminación por padecerlos. Nueve de cada diez personas afectades así lo manifiestan. Por ello, muchas personas esconden que han sido diagnosticadas por miedo a ese rechazo; el estigma dificulta la recuperación y agrava el padecimiento tanto como los síntomas del trastorno o incluso más que ellos.

El estigma, como manera de incluir en un grupo social a un individuo para considerarlo como un inferior o para protegerse de él, tiene en las personas con problemas de salud mental uno de sus paradigmas. En este caso, el estigma es un atributo altamente devaluador y lesivo por la dignidad de la persona.

La génesis de la estigmatización es multifactorial y sigue un proceso que pasa por la creación del estereotipo, la reacción de prejuicio y el comportamiento social de discriminación.

En los últimos años se viene estudiando la estigmatización de los trastornos de la salud mental en diferentes ámbitos y desde diferentes perspectivas.
Uno de los ámbitos considerados ampliamente como influyente es el de los medios de comunicación. El tratamiento de la información sobre la salud mental y las personas que sufren su afectación, también es altamente influyente en el tratamiento sanitario y social que recibirán.

La valoración que los profesionales de la comunicación hacen sobre el tratamiento informativo de la salud mental y su contribución a contrarrestar el estigma, es compartida con la visión de los profesionales de la salud mental sobre como un buen tratamiento informativo contribuye a facilitar un mejor tratamiento de las personas afectadas.

Por su obvia influencia en la opinión pública, los medios de comunicación son una herramienta muy útil en la normalización de los trastornos mentales ayudando a combatir estereotipos. Si bien el tratamiento de los problemas de salud mental tiende a ser cuidadoso y sensible, a veces acentúa episodios de agresividad, y se favorecen el miedo y la desconfianza. Esto hace que se amplíe la brecha del desconocimiento sobre las patologías mentales.

El efecto más tangible de la asociación entre salud mental y violencia lo encontramos en las resistencias sociales a tener centros que alberguen a personas en tratamiento de patologías mentales en sus comunidades y entornos más próximos.

Es importante concienciar, informar, orientar y proporcionar fuentes a los profesionales de los medios de comunicación para que puedan elaborar informaciones sobre la salud mental y su colectivo, que sean un reflejo real de lo que es la enfermedad mental, y no tenga una importante carga sensacionalista. El objetivo es que las personas afectadas por una enfermedad mental reciban un tratamiento mediático justo, digno y adecuado. Los medios de comunicación pueden contribuir de manera eficaz a la sensibilización y concienciación de la enfermedad mental en la sociedad. Las guías de estilo de algunas corporaciones de medios públicos son un buen instrumento.

La información sobre salud mental está cada vez está más presente y para muchos comunicadores el estigma se combate con información, evitando las generalizaciones y los estereotipos. El proporcionar información contrastada y verosimil sobre la enfermedad mental y el impacto de esta en la forma de actuar del individuo, ayuda a ampliar el conocimiento en la población y a romper estigmas que generan rechazo y falsas creencias que afectan fuertemente a este colectivo de pacientes.

«Las personas con un trastorno mental no son más violentas que el resto de las que integran la sociedad»

La importancia de normalizar la enfermedad mental y convertirla en una patología habitual es una tarea de gran importancia. El periodista para documentarse ha de recurrir a fuentes de información fiables, como haría con cualquiera otra temática, para socializar y no estigmatizar este tipo de patologías. Esas fuentes deben encontrarlas en las sociedades científicas, pero también en los colectivos que agrupan a los pacientes y a sus familias. Las entidades relacionadas con las personas con problemas de salud mental consideran conveniente y manifiestan estar abiertas a actuar como fuente. Ejemplo son las guías de estilo que han promovido.

La importancia de escuchar sus experiencias y vivencias es fundamental para construir información veraz y de calidad. Sin olvidar nunca el aporte de los profesionales sanitarios especialistas en este tipo de patologías.

Es positivo obtener la mayor cantidad posible de voces diferentes, dado que cada persona vive los problemas de salud mental de forma distinta. Las personas expertas en los diferentes ámbitos del conocimiento relacionados con la salud mental contribuyen a ofrecer una visión fundamentada en la ciencia.

Las entidades de salud mental pueden asesorar en relación con el tratamiento de los contenidos o la revisión de guiones, así como ofrecer datos e información relevante para un artículo o una entrevista.

Para pacientes, familiares y profesionales sanitarios ya no se puede banalizar, tratando los temas de salud mental como infrecuentes o aislados cuando están afectando al 25% de la población mundial.

Y al hablar de las personas afectadas debe evitarse la consideración de alguien potencialmente violento, peligroso o imprevisible.

Las personas con un trastorno mental no son más violentas que el resto de las que integran la sociedad. Por lo que utilizar generalizaciones como “los enfermos mentales son…” o “los esquizofrénicos se comportan…” así como utilizar una etiqueta o diagnóstico como nombre propio puede aumentar el estigma en este grupo de población.
Los profesionales sanitarios aconsejan no asignar una etiqueta de enfermedad mental tras un evento de agresión incomprensible.

Por otra parte, en la información sobre los problemas de salud mental, puede ser positivo incluir el testimonio de alguna persona que los haya sufrido. Mostrar una historia real puede derribar falsas creencias y estereotipos y hacer que el resultado sea más interesante.

El tratamiento de la información sobre los padecimientos en salud mental se vería muy beneficiado por los detalles sobre cómo alguien se ha recuperado. Ello puede ayudar a muchas personas con respecto a su propia situación.

En las políticas de salud mental los comunicadores y sus medios son un muy buen agente y su papel debe ser tenido muy en cuenta.