El otro día en una conferencia, oí hablar de la economía del Donut y me pareció una teoría muy interesante porque está estrechamente relacionada con la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Es una teoría de la economista inglesa Kate Raworts, conocida por su obra Economía rosquilla: 7 maneras de pensar la economía del siglo XXI, en la que propone un modelo de crecimiento económico alternativo que equilibre las necesidades humanas esenciales y los límites del planeta. Está basada en la regeneración del planeta y en la distribución del bienestar.

Kate, plantea una alternativa al pensamiento económico dominante y propone las condiciones para una economía sostenible. Reformula la ciencia económica. En lugar de centrarse en el crecimiento de la economía, se centra en un modelo en el que se pueda garantizar que todos los habitantes de la tierra tengan acceso a las necesidades básicas como una alimentación y educación adecuadas, siempre que protejamos nuestros ecosistemas para no limitar las oportunidades de las generaciones futuras.

El modelo de la economía de Kate, consta de dos anillos concéntricos: una base social, para garantizar que nadie se quede corto en las necesidades básicas, y un techo ecológico, para garantizar que la humanidad no sobrepase los límites de la Tierra. El modelo nos habla de cambiar el sistema degenerativo a uno que sea regenerativo y circular. Para desarrollar el modelo, Kate coge como símil un donut para explicar hacia donde debe caminar la humanidad y, por tanto, la economía. Imaginemos ese donut.

“La economía del donut es un esquema visual para el desarrollo sostenible, modelado según la forma de un salvavidas, combinando conceptos múltiples de factores sociales y de sostenibilidad”

La rosquilla tiene dos círculos concéntricos, en el anillo interior están dibujados los requisitos básicos para el bienestar del ser humano: agua potable, comida, salud, educación, trabajo, justicia y paz, equidad social, igualdad de género, conectividad etc. Todas ellas conforman el suelo mínimo social.

En el anillo exterior, estarían los límites medioambientales, el techo ecológico: cambio climático, acidificación de los océanos, contaminación química, reducción de la capa de ozono, pérdida de la biodiversidad, extracción de agua potable dulce y otros peligros para la sostenibilidad de la Tierra. El suelo y el techo constituyen en realidad la columna vertebral de la Agenda 2030 y  los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas. Una agenda que busca reducir los niveles de desigualdades, pobreza y deterioro ambiental que sufre el planeta.

Son necesarias acciones alineadas de largo alcance como la de la Comisión Europea de prohibir el uso de plásticos de un solo uso para el 2025, o las bolsas de nylon para el próximo año. Si quieres cambiar el mundo has de cambiar tú y has de cambiar la legislación.

El modelo ofrece una mirada radical para guiar el desarrollo global, políticas gubernamentales y estrategias corporativas estableciendo nuevos estándares para medir el éxito y la prosperidad económica y pretende que todos estemos situados en la parte sabrosa del donut.

La economía del donut es un esquema visual para el desarrollo sostenible, modelado según la forma de un salvavidas, combinando conceptos múltiples de factores sociales y de sostenibilidad. El bollo redondo es el espacio más seguro, justo y sostenible para poder vivir.

La pandemia de la COVID-19 ha hecho que el modelo sea hoy una de las brújulas más deseadas y estudiadas para encontrar el bienestar común. Ámsterdam y otras ciudades se han acogido a la teoría del donut para salir de la crisis y ser una ciudad mejor.

Como veis es una forma diferente de ver la economía, no tanto, como crecimiento económico sino pensando más en el bienestar de todas las personas y en el cuidado del planeta.

 

Ana Rodríguez Cala