Noticia reciente en Cuatro: un estudio de transparencia Internacional indica que nuestro país ha empeorado en 2020. La transparencia, término que día a día nos invade, y permanentemente oímos en los medios, pero sin embargo ni se aplica, ni interesa, ni se cuida, en ningún ámbito. No solo en términos de anticorrupción, sino en términos de justicia.

Pero definamos, primeramente, ¿qué es la transparencia?, ¿a qué nos enfrentamos cuando hablamos de transparencia?, ¿sabemos de qué hablamos?

Hagamos un poco de historia y relacionemos conceptos. En principio la transparencia representa un valor moral y ético basando en la honestidad. Por lo tanto, hablamos de normas morales que siempre han existido y que en el caso de la transparencia proviene de fines del XIX, y S. XX al exigir a los poderes públicos una ética y una responsabilidad en la gestión.

Debemos verla como un valor ético, un criterio de honestidad que siempre debe imbuir la labor de clase política y que lucha contra la corrupción. De acuerdo con la O.C.D.E., la transparencia es un concepto relacionado con la posibilidad de que la información real de una empresa, gobierno u organización puede ser consultada por los diferentes sujetos afectados por ella, de tal modo que éstos pueden tomar decisiones con conocimiento de causa y sin asimetría de información. Una de las primeras acciones documentadas a favor de una mayor transparencia de la información la encontramos en el S. SVIII en Estados Unidos, cuando algunas comunidades de Nueva Inglaterra consiguieron la celebración de reuniones individuales entre los ciudadanos y los servidores públicos. Desde entonces, ha habido un proceso, lento pero constante, a favor de la libertad de información y el libre acceso a esta.

“Debemos ver la transparencia como un valor ético, un criterio de honestidad que siempre debe imbuir la labor de clase política y que lucha contra la corrupción”

En el fondo, la sociedad actual demanda un nuevo tipo de relación ciudadano/gobierno para consolidar un ciudadano activo y critico que al tiempo forme parte de alguna manera en la toma de decisiones de políticas públicas y sirva de control. En los último 20 años ha sido reconocida en el ámbito mundial como una precondición para la gobernanza democrática.

La transparencia unida con la legalidad es una forma privilegiada de combatir la corrupción y premisa fundamental para lograr la rendición de cuentas.

Pero se trata de algo que ya venía “cociendo” hace tiempo. No es más que el derecho a la información y al control basado en la responsabilidad de la gestión política que fundamenta cualquier Estado de Derecho. Nada nuevo, por tanto. Solo que ignorado o “manipulado” con bastante frecuencia.