Como decíamos en nuestro número anterior, hemos iniciado un espacio en nuestra revista teniendo muy en cuenta los tiempos que corren y la necesidad de TRANSPARENCIA en toda su dimensión.

Pero, ¿por qué es importante la transparencia? Mejor sería decir ¡Cómo no va a ser importante la transparencia!

Por un lado, debemos tratar la transparencia como principio democrático y por tanto soporte de nuestro Estado de Derecho. En este campo nuestra columna tratará diferentes aspectos y comentará la realidad de la transparencia. De ahí que, en relación con la institución de un país, sea clave el fortalecimiento institucional para conseguir la defensa del Estado de Derecho, lucha contra la corrupción y establecer un patrón buen de gobierno. Uno de los fenómenos que por desgracia consumen nuestras instituciones, y que todos podemos entender que las debilitan y convierte en poco eficaces, es el gran número de directivos públicos que entran y salen de las mismas cada vez que hay un cambio de Gobierno, y sin ese cambio de Gobierno, solo con que haya una reestructuración interna de la Administración a conveniencia de intereses partidistas. Poner ejemplos creo que no hace falta actualmente. No cabe duda de que el nivel de profesionalización de nuestro sector público empresarial y organismos reguladores es una pieza clave, ya que la profesionalización de las instituciones es un elemento esencial para su buen funcionamiento. Es decir, meritocracia frente a nepotismo. Hay informes relativos a este espinoso tema que trataremos. Otro aspecto importante, el nivel de transparencia de nuestros órganos constitucionales y reguladores. También hay informes al respecto. Estos son dos temas cruciales, de los muchos más podríamos plantear.

Junto con el principio ético y moral de la transparencia, en su aspecto de control de la gestión a las instituciones, existe el principio, o podríamos mejor decir, derecho “a saber del ciudadano”. Es decir, trataríamos todo lo relativo al suministro de información al ciudadano, para que cree opinión, sea un ciudadano proactivo y participe en la toma de decisiones. ¿Se da información al ciudadano? ¿Se es por la institución “transparente con el ciudadano”? Absolutamente no, o depende del asunto como bien sabemos.

¿Cómo acotar esa necesidad de información? Y, por otro lado, el suministro de información por parte de las administraciones públicas puede en algunos puntos colisionar con el derecho a la protección de datos personales. Y aquí juega un punto a favor el principio de derecho administrativo de la ponderación intereses. De qué interés debe ser protegido (información versus dato personal). Pero no cabe que, con la excusa del derecho a la protección de datos, torticeramente, se obvie información relevante. Por ejemplo, quienes forman comités de expertos que afectan a la toma de decisiones (como ha ocurrido en este sentido en relación con la pandemia que sufrimos).

Estos y otros muchos y complejos temas hay en torno a la Transparencia como valor democrático y del Estado de Derecho consagrado en nuestra Constitución del 78 que iremos viendo y tratando con absoluta objetividad.

Pero hay otro de la transparencia, en el que incidiremos especialmente, y se trata de la Transparencia y la empresa.

Si ponemos nuestra mirada y enfoque en la empresa (sea del sector que sea) lo primero que estamos atajando es la conducta desleal hacia la sociedad evitando la “corruptela”, que parece hoy día instalada sin darnos cuenta de su efecto negativo. Es decir, aquí tratamos a la transparencia como valor ético empresarial que debe estar inserto en los genes de cualquier empresa.

Si planteamos la transparencia en la empresa de una forma más pragmática, y dentro de un marco más social y no de gestión podríamos hablar de La responsabilidad social corporativa o transparencia en una empresa como una acción voluntaria, más allá del cumplimiento de las leyes, y por lo tanto si se decide ofrecer transparencia es importante hacerlo de una manera seria, ordenada y comprometida a través de un plan estratégico.

A través de la transparencia, la empresa hace saber a la sociedad cómo actúa, abriendo paso a posibles críticas o juicios de valor. La vía de la transparencia es la comunicación, por lo que hay que potenciar el sistema comunicativo de la empresa tanto de manera interna como de manera externa.

Es decir, estamos hablando de algo tan importante como es la “reputación de la empresa y el sentimiento del consumidor”. Volátil, muy volátil y muy poco tangible pero que afecta a la cuenta de resultados. Es una cuestión de competitividad empresarial. Por ello tendríamos que hablar de 3 cuestiones:

  • Comunicación interna: No se trata de contar todo en todo momento, sino de informar de los sucesos importantes, ya sean logros o derrotas. La comunicación es la cura contra las incertidumbres de quienes trabajan con y para la empresa y ayuda a crear un clima laboral cómodo.
  • Comunicación externa: Para conseguir y dar sensación de transparencia es necesario un punto de unión entre la comunicación interna y la comunicación externa, ya que nada perjudica más a las empresas que dar la sensación de tener dos caras.
  • Honestidad: La transparencia en una empresa es sinónimo de honestidad, de no tener nada que esconder, y las personas, tanto clientes como trabajadores como colaboradores prefieren relacionarse con empresas honestas y coherentes.

En resumen, la transparencia tiene dos vertientes públicas (gestión de los poderes públicos y rendición de cuentas al ciudadano, responsabilidad de cargos públicos) que ampara la legislación y exige de un esfuerzo por parte de nosotros ciudadanos, y otra privada dentro del mundo empresarial, que empieza a tomar forma y a afectar de forma directa a la opinión del consumidor y a la necesidad de competitividad empresarial en estos tiempos de crisis de la economía fruto de esta pandemia. Ambos aspectos los iremos tratando, siendo igualmente importantes, y esencial para la sociedad actual.