La revolución digital se conoce como la tercera revolución industrial y la salud ocupa un lugar protagonista, con un 10 por ciento del PIB mundial. Y no es para menos. El cuerpo humano es la plataforma de datos más grande y la producción incesante de conocimiento que genera, precisa de un marco regulatorio y del diseño de herramientas para ordenarlos y gestionarlos.

La transformación digital es un proceso innovador continuo, complejo y multidimensional. Engloba cambios (no solo tecnológicos) basados en el conocimiento (no solo científico) que generan valor (no solo económico).

El entorno

Debemos concienciarnos de que no es una moda pasajera o que algo que se tenga que instalar. No se trata de un problema tecnológico, sino esencialmente de un cambio de mentalidad de todo el proceso hospitalario para pensar en clave digital.

El problema es que nos enfrentamos con un sector que avanza a dos velocidades.

• Por un lado, contamos con el crecimiento y la tecnificación de los procedimientos médicos y diagnósticos; avances en materiales de uso clínico, medicamentos inteligentes o la terapia genética son claros indicadores de esto. Contamos con profesionales que siempre buscan hacer mejor las cosas y poner este conocimiento a disposición abierta para todo el mundo y contamos con los avances en elementos como la Internet de las cosas (IoT), el big data, la inteligencia artificial, la realidad virtual, la impresión en 3D, la robótica, las plataformas digitales entre otros, que nos permiten visualizar un futuro con pacientes empoderados, procesos digitalizados, capacidad predictiva, etcétera. Sin duda esto nos ayudará a mejorar sustancialmente la prestación de nuestros servicios y aportará nuevos servicios, algunos de ellos gestionados directamente por los pacientes.

• Por otro lado, nos encontramos con métodos organizativos tradicionales y burocráticos, representados en procesos inflexibles, y en parte aislados y desconectados de la realidad extramuros. También se da la situación de que algunos profesionales entienden la tecnología como una excusa para controlar el gasto, que poca o ninguna relación tiene con la calidad asistencial y que les aleja del trato con los pacientes. Hay que reconocer que en algunos casos es, y sobre todo ha sido, así.

El marco de trabajo

Para gestionar la transformación digital, más allá de las recomendaciones sectoriales realizadas a nivel de gestión política, nuestro trabajo como gestores consiste en dotar de un modelo de gestión a esta transformación en nuestros centros. Para ello necesitamos de dos competencias clave: creatividad y gestión de la innovación.

Para definir estrategia digital es imprescindible una visión de los retos a los que nos enfrentamos en la relación con nuestros pacientes (visión externa) y cómo podemos satisfacerlos de la forma más eficiente, ajustando la estrategia del hospital (visión interna). Sin este enfoque integral, corremos el riesgo de ejecutar acciones parciales y/o desconectadas entre sí.
Sin duda quien más nos va a ayudar a definir estos retos son los propios profesionales y pacientes, por ello debemos considerar como imprescindible definir como vamos a captar, recoger y analizar toda esta participación.

El mapa de situación y tendencias

Un paso vital en cualquier estrategia pasa por conocer qué está pasando en nuestra área de gestión, y no lo es menos en la transformación digital. Es por ello que es necesario que enriquezcamos nuestra visión interna con un mapeo actualizado de iniciativas en este ámbito desarrolladas por nuestros profesionales más próximos a diseñar y utilizar herramientas digitales.

Una vez definidos estos retos estratégicos y conocidas las iniciativas que están teniendo lugar en nuestra organización, debemos integrar todos los elementos que obligan a cambios a tener en cuenta en la transformación digital, con sus interrelaciones y dependencias. Entre ellos debemos establecer qué haremos para afrontar la cronicidad, el envejecimiento, los nuevos roles de los pacientes, el acceso a redes sociales, la tecnología móvil y el obligado compromiso de sostenibilidad.

Las finalidades últimas, marcadas por las tendencias actuales, pasan por digitalizar los procesos y automatizar tareas que hasta ahora realizaba el personal asistencial, permitir a los pacientes participar en el cuidado de su salud, estar informados y gestionar el acceso a sus datos de salud y dotar de liderazgo a los profesionales sanitarios, trabajando en equipo con tecnólogos, estrategas, pacientes y nuevos profesionales.

Traducir la información en conocimiento

Esta es la premisa que se haya detrás de casi todos los elementos que componen la digitalización del sector sanitario. La idea se basa en encontrar la mejor manera de resolver los retos y en la difusión de este conocimiento para evitar que los problemas deban ser resueltos más de una vez. Pero esto no se consigue con una propuesta estática, sino a través de una dinámica de generación, evaluación y adaptación constante a las innovaciones, que es lo que debe estar reflejado en nuestro modelo de gestión.

Los condicionantes que debemos afrontar pueden ser muchos, pero resaltan de manera significativa la necesidad de centrar nuestros esfuerzos en tres ámbitos que nos tienen que ayudar a cubrir con éxito la misión que nosotros mismos nos hemos otorgado, y que nunca se aleja de proveer de la mejor manera (eficiente, de calidad, participativa, preventiva,…) la mejor salud a nuestros usuarios, en un entorno en que se potencian la asistencia, la investigación y la formación de profesionales y pacientes.

• Potenciar la interconectabilidad de las diferentes soluciones para evitar duplicar la entrada de datos y utilizar al paciente como vehículo para transportar diferentes informaciones (entre departamentos, de otros centros, información propia, …).

• Capacitar a nuestros profesionales, plantearnos qué nuevas profesiones han de estar vinculadas a nuestro centro y qué cambios son necesarios en nuestros organigramas para dar cabida a esta importante transformación.

• Dotarnos de un marco, que por un lado tiene que ser conceptual, estratégico, que defina las estructuras, procesos y recursos necesarios y por otro lado tiene que incorporar nueva normativa específica para el mundo digital y que debe potenciar la autogestión del paciente de sus propios datos.

Conclusión

Gestionar la transformación digital es más que digitalizar procesos o utilizar aplicaciones. Necesitamos un modelo que integre los nuevos recursos y procedimientos necesarios para transformar la propuesta de valor y ofrecer servicios digitales a los pacientes.

Necesitamos generar cambios en los perfiles de los profesionales sanitarios, incorporar nuevos profesionales con capacidades no directamente asistenciales y contar con nuestros usuarios, que también están formando parte de esta nueva revolución digital, y homogeneizar el funcionamiento de estos nuevos grupos de trabajo.

Pero también debemos conseguir que los datos viajen de manera digital, que puedan convertirse en todas las informaciones a las que puedan aportar valor y que nuestros usuarios puedan gestionar a quién y para qué permiten el acceso.