Pudiera parecer provocador, pero la gestión sanitaria está orientada a mejorar las condiciones de vida de las personas. De personas con nombres y apellidos, con un organismo sobre el cual en muchas ocasiones actuamos, pero también con una importantísima dimensión emocional y afectiva, sobre la cual también intervenimos, no siempre deliberadamente y con un objetivo definido.

La Real Academia de la Lengua incluye entre los significados de la palabra afectividad “el conjunto de emociones y sentimientos de una persona”. No entraremos en el basto mundo de la psicología y la psiquiatría para analizar la importancia de estos aspectos en los procesos curativos de las personas. Pero sí es responsabilidad de los gestores sanitarios realizar una intervención profesional, para garantizar la Salud con mayúsculas de las personas; ya que es inherente al propio concepto de salud, el bienestar emocional y afectivo.

Las emociones son vivencias subjetivas con una cierta intensidad, con manifestaciones fisiológicas y de carácter puntual en el tiempo. Suelen ser reactivas, es decir, son una reacción ante una circunstancia. A diferencia, el sentimiento es más persistente en el tiempo, mucho más profundo y con manifestaciones fisiológicas muchísimo más débiles. Podría decirse que es un estado habitual del yo, en lugar de una reacción ante una circunstancia. Los sentimientos son uno de los principales modos de vinculación con el mundo, puesto que estos estados del yo, no lo son de forma aislada. Los sentimientos son ajenos a la racionalidad lógica, lo cual no quiere decir que sean irracionales, simplemente son sentimientos no razón.

La afectividad nos lleva ineludiblemente a aquello intrínseco al ser humano, la búsqueda de la felicidad, ya que sin ninguna duda los sentimientos resultan decisivos en la misma.

Los valores afectivos son los principios que rigen el comportamiento de las personas en el ámbito de los sentimientos y las emociones. Este tipo de valores persigue satisfacer necesidades básicas para el ser humano, como, por ejemplo, amar y sentirse amado.

¿Cómo hacer gestión con énfasis en la dimensión afectiva? Sin ninguna duda es uno de los retos más importantes, ya que implica la coordinación absoluta y cuasi perfecta de los equipos humanos que interrelacionan con las personas que ponen en nuestras manos su salud. Una coordinación que no se base a su vez en la “planilla de turnos”, sino que se base en el compromiso y los valores que todo el equipo humano asistencial se ha dado, por lo que requiere de una gestión basada en valores, coherente y de compromiso. Todo ello sin caer en buenismos y paternalismos. La valoración de la dignidad inherente a la condición de persona, como uno de los pilares fundamentales en la actividad asistencial y sanitaria; que requiere de una gestión acorde a este criterio.

La gestión sanitaria debe estar totalmente focalizada en la eficiencia, la equidad y la excelencia asistencial

En muchas ocasiones, en los entornos asistenciales y más aún en aquellos con internamiento, de forma intencionada se establece una especie de muro de cristal, amparados en la necesidad de la profesionalidad para marcar o establecer distancias con los sentimientos, tanto los que brotan en los pacientes y familiares, como los que se generarían en los profesionales de la salud. El escudo erróneo de la profesionalidad como elemento que nos separa de los sentimientos y la afectividad, es frecuente por falta de preparación de los profesionales en la gestión personal de emociones y sentimientos. Una falta de preparación que ya emana de su formación educativa de base. Optando por la solución más sencilla, que es pensar que el ámbito de los sentimientos es otro, incluso se considera poco científico.

Lo cierto es que la gestión sanitaria debe estar totalmente focalizada en la eficiencia, la equidad y la excelencia asistencial, valores todos ellos que nos hacen mirar de frente al reto de poner en el centro a las personas; y como consecuencia de esta centralidad, la dimensión afectiva y emocional, se tornan en eje sobre el que articular la intervención gestora. Si no es así, ni la eficiencia, ni la equidad, mucho menos la excelencia asistencial o la experiencia de paciente son realmente objeto de dirección, de gestión. Seremos meros administradores de presupuestos.

El gran reto de la e-Health es precisamente fomentar y potenciar la dimensión afectiva; sentimientos y emociones que se apoyan en una relación directa con personas. Que la tecnología nos permita realizar una acción asistencial concreta, y que además de aportar valor empírico, se sustente en valores que vayan directamente al corazón, entendiéndolo como la raíz de toda nuestra afectividad.

Algunas ideas para la reflexión de todos los que estamos enamorados de la gestión sanitaria:

Precisamos redimensionar los espacios asistenciales, adaptándolos a nuestra responsabilidad en la forma de hacer sanidad. Sin ninguna duda hay que reducir tamaños hasta que los equipos puedan cohesionarse. En el caso de las grandes instituciones, será necesario crear células de autogestión sanitaria que lo permitan.

Enfoque sistémico en la atención centrada en la persona como eje sobre el que crear un árbol de cuidados. Si los condicionantes sociales son tan determinantes en salud, los profesionales de la misma, deberíamos plantearnos movernos con soltura en los mismos.

La gestión de sentimientos, emociones y todo aquello que aporta la felicidad al ser humano, también se entrena. Pero requiere un conocimiento práctico y no meramente teórico. La curva de aprendizaje en esta materia no termina nunca. Quizás debamos plantearnos la incorporación en los planes de estudios y en la formación continua.

La soledad no deseada es uno de los mayores problemas en salud en la sociedad occidental; con las ingentes cantidades de ineficiencia que ello genera en los sistemas sanitarios (falta de adherencia terapéutica, prevención de deterioro, etcétera). La soledad supone un gran reto de gestión sanitaria, que realizada desde la dimensión afectiva aún adquiere mayor relevancia.

Los lazos invisibles de la afectividad que unen a personas de diversa condición, con y sin lazos de sangre, con y sin lazos jurídicos de matrimonios, adopciones o demás. Personas que deciden ser hermanos de forma libre, o deciden ser padres e hijos…incluso hoy en día la vinculación afectiva a las mascotas tiene una trascendencia importantísima para el desarrollo de las personas. Por consiguiente, la experiencia de paciente ha de contemplar la dimensión afectiva sin añadir más, pues cualquier añadido recorta la libertad suprema del amor.

Afrontar las realidades asistenciales multiprofesionales, multicanal y con la integración total de los pacientes y sus familias en la toma de decisiones; incluso en la planificación estratégica de la prestación sanitaria. Personas cuidando de personas, entornos asistenciales de salud planetaria (Planetary Health), donde la vulnerabilidad y la fragilidad son abordados desde el respeto, donde, utilizando una frase de Camilo de Lelis, se pone “más corazón en las manos”; porque sabemos que la memoria está en los besos.