El pasado día 10 de febrero un respetado médico de familia y director de un centro de salud compareció con otros compañeros en la Comisión de Salud del Parlamento de Navarra para informar sobre la situación de la red de Atención Primaria de esta comunidad. Pronunció una frase que sintetiza a la perfección la situación no solo de Atención Primaria, sino del conjunto del sistema de salud. En esa declaración aseguró que el objetivo para la Atención Primaria debe ser «que el paciente sea el centro del sistema», “ya que ahora no lo es». Más información con menos palabras, imposible. Durante el verano de 1967, con motivo de graves disturbios raciales, el presidente Johnson creó la comisión Kerner, cuya encomienda fue contestar a tres preguntas clave ¿Qué ha pasado? ¿Por qué ha pasado? ¿Qué podemos hacer para que nunca vuelva a ocurrir? Quienes gobiernan nuestro sistema de salud también deben responder a esas tres preguntas clave y poner remedio a la grave situación que hace que el paciente no sea el centro del sistema.

La Atención Hospitalaria y la Atención Primaria llevan muchos años arrastrando los mismos problemas. Los hospitales no tienen la eficacia suficiente para atender la demanda porque, a pesar del importante crecimiento acumulado del gasto, sus listas de espera siempre son excesivas y nunca resueltas. Aunque tradicionalmente los hospitales consideren que la presión de urgencias que tanto condiciona su actividad se debe a la “falta de capacidad de resolución de Atención Primaria”, esa presión de urgencias también se debe al constante crecimiento de las listas de espera. En la red de Atención Primaria la situación es crítica. El paciente se encuentra con graves dificultades de acceso, que son más graves que en el nivel hospitalario porque su centro de salud es el lugar lógico para recibir atención en primera instancia. Algunos de los problemas de Atención Primaria son los mismos desde el comienzo de la reforma que tuvo lugar al final de la década de los 80. Quizá el más grave siempre haya sido y es su falta de integración con la Atención Hospitalaria. Quizá el problema más grave de la Atención Hospitalaria siempre haya sido es su falta de integración con la Atención Primaria.

Quizá el problema más grave de la Atención Hospitalaria siempre haya sido es su falta de integración con la Atención Primaria

Como los dos niveles de atención se organizan pensando en los propios servicios en vez de en las necesidades e inquietudes de sus pacientes, estos no pueden ser el centro del sistema de salud. El mejor ejemplo de esta situación es que, a pesar de continuos planes dirigidos a mejorar su coordinación o la continuidad asistenciales, no se ha conseguido que los dos niveles se integren para proporcionar la mejor atención posible a cada paciente. Esta falta de coordinación, continuidad o integración asistenciales es una de las quejas habituales de los médicos de familia desde finales de los años 80 y sigue sin resolverse de manera satisfactoria. La situación ahora es peor, porque el paciente tiene graves dificultades para el acceso a su médico de familia y porque encuentra una considerable lista de espera cuando necesita asistencia de su hospital.

La pandemia por el COVID-19 ha sometido a nuestro sistema de salud a una tensión sin precedentes y este ha respondido como siempre hace ante las emergencias, dando lo mejor, incluso en los momentos más difíciles, cuando no se disponía de equipos de protección y los centros de salud y hospitales se desbordaron. Se improvisaron hospitales de campaña, se reorganizaron los recursos de Atención Primaria, la atención y la hospitalización a domicilio se multiplicaron, y se crearon unidades de cuidados intensivos en días o incluso horas, entre otras muchas acciones. Sin embargo, todo ello ha dejado una factura, y no solo económica, en todos los servicios de salud. Esta factura es un deterioro de la Atención Primaria de tal magnitud que hace que las palabras del director de un centro de salud de Pamplona, el paciente ahora no es el centro del sistema, no resulten exageradas. Aunque ningún gerente de hospital haya hecho una afirmación tan grave como esa, no cabe duda de que la situación en los hospitales también es muy grave y las listas de espera se han multiplicado. La consecuencia de todo ello es que en 2022 el paciente no es el centro del sistema, ni en Atención Primaria ni en la mayoría de los hospitales.

El modelo de sistema de salud que conocemos está agotado. No es capaz de organizarse para atender las necesidades, inquietudes y temores del paciente, que es quien justifica la existencia misma de los servicios de salud. Es necesario un sistema de salud que fortalezca los servicios públicos, que integre de manera efectiva y continuada a los recursos privados necesarios para satisfacer la demanda, que se vincule de forma efectiva con los centros de investigación y con las universidades, y que incorpore a la industria del sector para innovar y crear riqueza. Es imprescindible una planificación que impida el bochorno de la carencia de médicos de familia y de otras especialidades. Todo ello requiere además de planificación, un nuevo modelo de gestión de profesionales y una gestión preocupada por los pacientes y no exclusivamente dirigida al cumplimiento de la norma. Mayores recursos son necesarios pero el mayor gasto no es suficiente para la mejora del sistema de salud.

Es el momento de ponerse a trabajar para que nunca tengamos que volver a decir que el paciente no es el centro del sistema.