SÍ, irremediablemente, tenemos que comenzar en el sector sanitario a mirar a la transparencia como palanca de cambio y mejora en el mismo. Sí irremediablemente, la transparencia ha venido a quedarse entre nosotros.

Basta recordar que el fundamento jurídico del eje transparencia/estado de derecho está cimentado en el acceso a la información, en una sociedad proactiva y en el valor añadido que permite la toma de decisiones. La transparencia es, por tanto, un principio jurídico constitutivo de las sociedades democráticas desarrolladas. Es un concepto basado en un valor ético y moral de un país, que da como resultado la aprobación de una Ley.

Sin embargo, el arraigo de ese valor en España no está implantado como debería en una sociedad moderna. Lo vemos con desconfianza y no deja de ser sintomático que España haya sido uno de los últimos países de Europa en aprobar una Ley de Transparencia.

Poco a poco, se empieza a tener en consideración la transparencia como herramienta de mejora

Quizás, antes de plantear cuestiones teóricas y demagogias en discursos jurídicos y políticos al respecto, toca plantearse ¿la transparencia qué es? ¿qué implica? ¿qué esfuerzos y recursos requiere? De forma simplista, y sin entrar aspectos legales, no es ni más ni menos que la puesta a disposición de la información, de forma inteligible, concisa que permite el conocimiento, la toma de decisiones y una mejora a partir de la puesta a disposición de la información. Genera confianza, general una gestión basada en el buen gobierno, genera un valor ético imbricado en aspectos que eliminan la competencia desleal, proporcionan un valor reputacional y evita conductas o prácticas corruptas.

Esto es así, de simple y complicado. Más allá de esto ya nos encontramos con el mundo legislativo que considera la transparencia como derecho y obligación, derecho de acceso a la información y obligación de quien debe proporcionarla (en el caso de nuestra Ley vigente de carácter nacional en principio la administración pública, de modo que hay un modo de rendición de cuentas como gestores públicos al servició de la sociedad. Esto en el sector sanitario público debería ser una palanca de mejora y no una visión de la transparencia como escollo en el ámbito del ejercicio profesional.

A modo de conclusión debemos indicar que la transparencia para la ciudadanía promueve un más amplio y mejor conocimiento en el ámbito de la salud, y permite interactuar con el sistema sanitario y participar en las decisiones que favorecen a su salud. Para los centros sanitarios, permite comparar los resultados alcanzados, identificar y compartir las mejores prácticas, y buscar oportunidades de mejora y cooperación entre instituciones. Para la Administración Pública sanitaria, responden a la demanda de transparencia en las decisiones de política sanitaria, así como de la rendición de cuentas en el uso de los recursos, que si está en el marco de la Ley perfectamente encajada.

Y sin duda, poco a poco, se empieza a tener en consideración la transparencia como herramienta de mejora, como sello de identidad, como forma de compartir experiencias positivas, como reputación a ojos de los ciudadanos y como respuesta política a la rendición de cuentas que en nuestra Constitución se exige a los poderes públicos.